He viajado este puente al maravilloso Valle de Baztán en Navarra. Entusiasta de las zonas verdes y montañosas, siempre había tenido prevención por el terrorismo atroz en el País Vasco, Navarra y aledaños, como si la Muerte estuviese en una marquesina de autobús concreta esperándome y no me fuera a dar una sorpresa, cuando las dos hemos quedado hace tiempo en eso, en que lo dejábamos en "susto o muerte" en plan misterio y tal.
Viajar sin miedo, saboreando la paz. Saludar a la gente y decidir que para mis próximos cortes de pelo, me subo arriba pues, porque son más chulos y como de duendes...
Porque entre esos divinos castañares y avellanos, en esos bosques donde las raíces hacen escaleras...el primitivo romance castellano se iba de la casa paterna, el latín, apoyándose en las voces vascas, tan fuertes y tan independientes.Y esa pareja tan solidaria, castellano y vasco, daría como fruto, esos primitivos vagidos de una literatura tan emocionante o unos estudios antropológicos tan fascinantes... (Dejaré mi entusiasmo por los Baroja para otra entrada...)
Para esta filóloga, que sin palabra, no sería, es emocionante, hasta el llanto, el vasco como lengua, como misterio sin resolver y, al tiempo, como causa de tantas características plenas del castellano, que lo hacen tan diferente al gallego o al catalán.
Esas velares y oclusivas fuertes, esa posibilidad de decir jarrazo para dificultad de propios y extraños, ese complemento directo, esa zeta que taconea entre nuestras sibilantes ya reducidas y que se planta toda chula ante una ese sorda castellana de solana y meseta. Ese inquietante tuteo, que suena con otro matiz al "nuestro" (también es mío el "suyo"...), ¡tanto susurro entre tanto arroyo...!
He viajado siendo consciente de que estaba celebrando la paz y he tenido el alma alegre por esa sensación maravillosa, pues toda mi vida ha sido casi un telediario como en blanco y negro de muertes y llantos...Pero he andorreado por el Señorío de Bertiz, cubierto de matices castaños, tejas, amarillos y verdosos, y me he agachado feliz para fotografiar tantas setas entre bosques, sabedora de que habría sido una bruja sabia y feliz, tras visitar las cuevas de Zugarramurdi...
No hay magia sin entorno ni palabras. Tanto poder, sólo puede provenir de los árboles increíbles que cobijan a los pobres humanos y que les alegran con los trinos de las aves que albergan. Pero también, esos árboles conforman lenguas distintas, pero hermanas, que se pelean y se besan y se unen en hablas mixtas y en sonidos que se conservan, pese a todo.
He viajado al norte de mi lengua en paz y tengo el habla llena de amor y emoción, como si se llamara Maite,oye.
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