viernes, 6 de septiembre de 2013

El Lenguaje de la Ciencia

    A Sara, que nació el mismo día que la Biología molecular.

 Bajo este sugerente título, para una filóloga como la que escribe, la Profesora Doña Margarita Salas dictó ayer su conferencia en el Instituto Cervantes, tras la presentación asturiana y afable del director de la Real Academia Española de la Lengua, Don Víctor García de la Concha y los auspicios de gestores económicos como Felipe Basabe Llorens. De tal manera, la Palabra abría las puertas del Código... genético.


   Decir Margarita Salas es vincularse a Severo Ochoa y a Ramón y Cajal, es acercarse a nuestros orígenes de la mano de la ciencia más prestigiosa, discreta, sabia, entregada...y española. Con la que está cayendo. Y recordar que esta sabia es quizá la única científica española que pertenece a la Academia Americana de las Ciencias.


   Dentro del marco del 50 aniversario de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM), la Doctora Salas disertó sobre cómo se lee la información genética, que no otra cosa es el lenguaje mismo, y cómo el material genético se transfería (¿traducía?) en proteínas.

   De este modo, las características del material genético se perpetúan, a través de la expresión de una combinación determinada.

   En este momento, la científica se remontó al descubrimiento de la doble hélice del DNA por Watson y Crick en 1953, y rescató del olvido los descubrimientos de la científica Rosalind Franklin, avanzada investigadora, prematuramente fallecida y postergada, muy posiblemente, por su condición femenina en un alegato sociocultural por parte de la valiente conferenciante.

    Prosiguió con la descripción de la resolución del DNA en RNA y de éste en proteínas, el cambio del dogma, y recordó la figura de su maestro, el Premio Nobel Severo Ochoa, que sintetizó ácido ribonucleico por vez primera; además de explicar la correspondencia de los cuatro nucleótidos (A, T, C, G), -generadores de aminoácidos-, en la hélice doble del DNA, nos asombró al explicar cómo de un solo gen se podían obtener hasta cinco proteínas distintas y una cadena de información extensa de la que sólo se conoce un 1% de DNA, mientras se nombra como "DNA basura" aquella región ignota del casi 99% .

   Llegados a tal etiqueta informativa de nosotros mismos, lo pasmoso es que en un 99,9%, las personas somos absolutamente idénticas, desde un punto de vista genético, esto es, en razón de nuestro origen biológico. Sólo somos diferentes unas de otras ¡en un 0,1%! Al  tiempo que, sólo distamos genéticamente de un chimpancé en un 1%. ¡Cuánta maravilla en un espacio tan diminuto!

   Comprendiendo lo que nos dice el genoma, advertimos que no es la diferencia entre personas, una diferencia estructural de componentes, sino una diferencia en su expresión, una diferencia en la combinación de sus proteínas. Eso es la "humanidad". Una escritura de tripletes de cuatro elementos levemente modificada.

   Tan sólo una leve distinción  en una información es lo que nos hace un poco...diferentes.

   La conclusión, de una conmovedora  y aplastante sencillez,  es que conocer más y más, sirve para comprender un poco mejor lo ya atisbado.

   Y que conocer mejor las bases moleculares servirá para prevenir mejor las enfermedades y curarlas.

   Además de la poesía biológica de honda humanidad, como todo lo que tiene que ver con las fuentes u orígenes, fue esperanzador observar que, entre el público, había jóvenes curiosos e interesados, que se traducirán en un mañana , que hará de la vida de los hombres, una nueva oportunidad.

4 comentarios:

  1. Casualidad, azar, aleatoriedad...Ciencia y Poesía.

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  2. Me gusta especialmente lo de la diferencia en la combinación de las proteínas. Es un paso más allá de la concepción determinista y reduccionista de la genética. Alf.

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  3. Es maravilloso.

    Aquí la biología se hace ...¿un poco cuántica?

    Con perdón al biólogo que me escribe y agradecimiento al amigo.

    Un abrazo,
    Laura

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