domingo, 12 de enero de 2014

La Gran Belleza

La abrumadora belleza, el universo estético y la profunda vacuidad de algunos de los personajes de esta película, me han conectado rápidamente con las películas de Wong kar Wai, Deseando amar o 2046. 

Sin embargo, esta película tenía que ser italiana : hay un diálogo constante entre la Forma, en tanto que Estética y un interrogante permanente sobre el sentido de la Vida o quizá, mejor, no tanto sobre el sentido, futurible, teleológico, como acerca de qué es la Vida, dónde está, cuál es su manifestación, si aparece soterrada bajo tanta Belleza...artificial. Placer filosófico y mediterráneo...


En efecto, los viejos conceptos de Ars, Invenium o Techné, son explícitos en toda la película: el Arte, lo original, o la técnica refinada ilimitadamente, casi ad nauseam de la vida misma...


Como  espectadora me he visto anegada en un placer inmenso ante la música grandiosa, la ciudad de Roma (la reivindicación de lo viejo como portador de un último mensaje, se hace evidente desde el inicio), tantas imágenes aparentemente naturales, bandadas de aves o estelas en el mar, junto al contraste de aviones o lanchas motoras. Los colores azules y "aparentemente" naturales subrayados por el acero del progreso: el arte en su versión tecnológica, la fotografía o el diseño permanentes.

La trama gira en torno a un personaje, Jep Gambardella, periodista, profesión lo suficientemente ambigua, y, al tiempo, conectada con cierta realidad, que abonará el descreimiento del protagonista inmenso, con el que se alía uno desde el principio.Este periodista parece que escribió una sola novela de cierto éxito, pero por la razón existencial de la percepción de la nada ("no hay nada" se repite varias veces en la película), no ha podido continuar escribiendo artísticamente, sí técnicamente, por su labor cronista. En la fiesta de su 65 cumpleaños, uno asiste a los fastos, a las relaciones, a los lujos, absolutamente sensoriales, celofanes de tantas vidas de personajes vacías y desgraciadas, porque, a pesar de todo, la Vida en su tristeza (y, como se verá, en su Grandeza), se filtra como el agua y el sol, y llega a esos corazones en forma de amargura, consciencia, escepticismo o esperanza...

Al tiempo, parece un homenaje a la máxima creadora, la Mujer: aferradas a la realidad y al sentido común, la asistenta del protagonista y su jefa en el periódico, una enana que ofrece ese contrapunto estético, son las mujeres que le cuidan y protegen. Su jefa, al llamarle Jeppino, consigue emocionar al protagonista y conectarle con afectos infantiles y verdaderos de su pasado de niño.
El personaje de la prostituta de lujo, que ahorra para no morirse, o de la niña-genio que, en happenings nocturnos, pinta en directo grandes murales, parece que sea una metáfora de la persistencia de la propia Belleza por no agotarse...El recuerdo de su primer amor, la joven que le amará hasta su muerte, aunque se case mientras tanto con otro hombre, que le vinculó a la Belleza como Amor y que, al final, le otorgará la posibilidad de seguir escribiendo, porque descubre un nuevo Tiempo de desarrollo vital: el Futuro.

Un personaje cínico y consciente de la Forma y del Diseño, del Protocolo, de la Imagen...que nos hace dudar ,como Pessoa, si el féretro que porta del joven decadente con lágrimas escénicas, sea acaso la de un propio hijo...

La Forma, la Imagen, el desbordamiento estético de Roma y todo su esplendor se ve exponencialmente subrayada con personajes oscuros, estafadores, corruptos, que muy mediterráneamente son tratados con afecto, con humanidad sabia, con una especie de abrazo protector que los arrope de su propia desolación y desamparo.

La Belleza y la Bondad, platónicamente hablando, vienen de la mano de las mujeres anteriormente citadas...
La Belleza y el Tiempo, conceptos tan acrisolados, y que de manera, esperpéntica se muestran en la escena del cirujano plástico que sirve a todos...
La Belleza de la Mística en el personaje de la misionera, que ya nos recuerda a una Teresa de Calcuta aferrada a una pobreza que, lejos de presentarse como Moral, se actualiza como otra suerte de manifestación plástica y que, a la manera de Ciorán , en unos aforismos cercanos al Silencio, grandemente necesario para advertir lo presente, nos recuerda lo obvio : "las raíces son importantes"...Lo real maravilloso se recrea en el ático de Jep Gambardella cuando se llena de flamencos africanos y la santa, a la manera de Francisco de Asís, recuerda que podría llamar a cada uno por su nombre...Otra especie de Amor, que nos conecta con lo Presente, con lo Natural...

A pesar del escepticismo del personaje principal, es grandioso cuando se le ve emocionarse verdaderamente ante la percepción de lo que él considera valioso: el pasado infantil y emotivo que le trae el diminutivo de su nombre, "Jeppino", el decurso de la vida-pasado, presente y futuro-que advierte en las fotos que un padre le ha hecho a su hijo cada día de su vida, ofreciéndole el regalo de "darse cuenta", de ser consciente de la Vida como Forma (Belleza) y como Vida (Tiempo),  y como Futuro permanente, cuando tras el testimonio de una vida de pareja normal en la intimidad de una casa sencilla, (planchar, cenar y dormir juntos y despertarse en amor y compañía, el hogar...), Jepp Gambardella les dice a esta pareja renovada, mayor y feliz "Sois dos personas bellísimas"...aurea mediocritas aristotélico y Belleza en tanto que posibilidad de ser Feliz y aquí, sí que hay una conexión con la Moral...

A raíz de este descubrimiento de la Verdadera Belleza, más allá del diseño de su exprimidor italiano o de las recetas culinarias de alta cocina del cardenal, que  acercan tanto  la gastronomía como espectáculo, alejándose de lo  amoroso y vital de lo nutricio, Jepp, al percibir el Futuro, descubre lo que le queda por Vivir. En ese momento, la Nada desaparece y se hará posible la escritura de un nuevo libro: las palabras con las que empieza y termina la película. El sentido de la vida misma, en su propio discurrir cotidiano (que pasa, se agota, caduca...¡hay que vivir!) y que subyace y se impone en su fortaleza y calidez, aliada con lo amoroso y afectivo, a toda manifestación exterior, que, por su inercia a ser Belleza, tiende a lo perenne.

Triunfo moral y aristotélico, tan sabiamente italiano, tan concreto, ante conceptos platónicos exclusivos, aristócratas y decadentes.

Espectacular, en su sentido etimológico. Maravillosa, en su sentido filosófico.

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