miércoles, 12 de enero de 2011

Hasta el infinito y más allá.

Muchas veces he oído decir que la lectura es buena para no poner faltas de ortografía o que es estupenda para pasar el rato...
Y tiene su parte de razón, pero, dicho así, es como cuando tenemos diez años y nos dicen que la manzanilla es muy buena para el dolor de tripa...
Leer es otra cosa...



Leemos lo primero un título y acariciamos una portada,nos hacemos una idea,como si fuera una esperanza, o una promesa, o un plan, o un proyecto...nos hacemos una historia en la cabeza antes de ponernos a leer.
Leemos: y vamos deshaciendo esa historia inicial, como quien devana la madeja de lana, para hacer otra pelota nueva: el relato que vamos leyendo.
Leemos: y nos ponemos de parte de unos personajes o criticamos a otros y formamos parte de un asunto, que nos incumbe seriamente, porque vivimos aquello que nos remueve y nos exige la toma de una postura.
Leemos: y nos deslumbra el asunto, nos conmueven las pasiones o resolvemos el problema.
Al leer que leemos, desciframos,entendemos, comprendemos, perdonamos y ensayamos ser personas ante tantos personajes...
Seguimos leyendo y desempolvamos esas líneas, que se esconden como huellas de antiguos textos, que pueblan nuevas lecturas, como ancianos que se narran a sus nietos entremezclando gravedades con chillidos.
Y, si nos hacemos leyentes perpetuos, entramos en la clase y tras un gesto abatido, leemos una ruptura amorosa y ese día, no preguntamos por el ejercicio...
Leemos, al ir por los pasillos y observar en la melancolía de los andares, los problemas de algún compañero o las prisas de esta profesora, que siempre llega tarde, porque no para de leer por las escaleras los rostros, los movimientos, los silencios, las ausencias...
Leemos y notamos que no estamos tan solos y que todo el mundo es muy desgraciado, pero, a la vez, porque, menos mal que ese mismo mundo gira, ese todo el mundo será también infinitamente feliz...
Apagamos la luz, pues la lectura nos acuna, y tenemos ese sueño de leyenda, que germina en nosotros, mientras dormimos, ayudándonos a crecer sin remedio...
Leemos verdades, mentiras, leemos cartas y correos, leemos y confirmamos siempre que existimos, puesto que sentimos...
Y, al final,el sentido de leer es el puro sentimiento de comprender que leer sin parar nos hace mejores, cuando nos ayuda a ponernos en el lugar del otro (eso se llama empatía), cuando nos entrena para ser observadores e interpretar de continuo el maravilloso mundo que nos rodea con sus letras y sus signos de puntuación (los murmullos y susurros en forma de puntos suspensivos, esos quejidos de los puntos y comas, aquellas indecisas interrogaciones o los suspiros de las exclamaciones...)
Leer sin cesar para comprender que lo no dicho también puede ser leído y tras el silencio de otra persona, asomarse a un abismo de respeto...
Leer para no parar de ser...

4 comentarios:

  1. ¡Ay! Laura me has dejado sin palabras.
    Yo soy de esas que mientras se están leyendo un libro, los personajes son como su familia, y si ellos rien, tu ries, si ellos lloran, pues también lloras. Y alguna gente me mira como estas loca. ¿Cómo puedes estar tan triste por un libro? Pero ellos no comprenden que cuando estas leyendo algo que te gusta, te separas de la tierra y es como si fueras a otro mundo. ¡Yo he tenido más de un día de esos en los que he estado nerviosa para poder llegar a casa y poder saber como continua esa historia que me tiene atrapada!
    Bueno me despido ya que me está esperando en la mesilla ``No digas que fue un sueño´´
    Besos.

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  2. Tú lo has dicho: "te separas de la tierra";pero, al mismo tiempo, la comprenderás mejor por todo lo que devoras...

    La lectura es así...
    "y quien leyó, lo sabe"...

    Un abrazo.

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  3. Enrique Sepúlveda Jorcano18 de enero de 2011, 15:38

    Es cierto que a veces, al leer un libro, te emocionas en relacion con lo que le pasa al protagonista, y hay veces en las que te sientes tu mismo el protagonista. Y luego quieres una segunda parte, y una tercera... y aunque no las haya, libros hay para aburrir

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  4. Yo diría más bien..."libros hay...para disfrutar".

    Efectivamente, Enrique, la capacidad de emocionar es la clave de la Literatura. Lo dijo un señor muy listo que se llamaba Aristóteles.

    Gracias por tu comentario. Un abrazo.

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