Rebeca está descansando al sol. Tiene una fisura en un dedo del pie. Ya va para un mes y va, dolorida, a todas partes. Le enseñaba a su madre cómo había ido vestida la noche anterior. Para girar sobre sí misma, dio unas vueltas descalza para que se viera el vuelo de su falda. El choque y el dolor no parecieron dos hechos. El dedo se quebró contra la fiera esquina del salón y el año empezó para Rebeca con la contención de un chillido, que la precipitó a la alfombra."Mañana no puedes irte a esquiar" le dijo su madre, "ha sonado a hueso roto"...Pero Rebeca era una cabezota, no podía desperdiciar oportunidades, así pues, fue a esquiar...y a trabajar y a bailar rock and roll y a hacer la compra y a subir escaleras y a llegar tarde por ir despacito al autobús ...
Ya nadie preguntaba a Rebeca por su dedito del pie. Se daba Voltarén, el remedio de las abuelas, todas las noches...pero, por el día, se untaba en el alma mañanas de sol con lectura placentera. Todo se curaba. Todo.
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