domingo, 1 de abril de 2012

Hopper, Habitación de hotel, 1931.



   En un hotel, absolutamente sola y desnuda. No ha podido ni deshacer el equipaje ni colocar las faldas en las perchas. No tiene ninguna prisa. Es su tiempo.

   Silencio y deleite. Despojada de las medias, la piel respira. Los recuerdos silabean líneas entre las páginas. A veces, se trata de pasajes no vividos, pero con los que está conforme.

   Ensimismada.

   Lo bueno de la vida, es que, a medida que pasa inexorablemente, se va comprendiendo. Ella misma y casi todo lo demás.

    En el fondo, es sencillo: luz y silencio.

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