A Lourdes, profesora de Historia que se dejó el corazón este verano en Lima. In memoriam.
De nuevo, dedicaremos una entrada a este escritor fascinante y sutil, que se acerca a esos silencios inabordables de toda vida humana.
Es sorprendente que, a pesar de que las grandes catástrofes sean hechos constitutivos de realidad atroz, hay algo en ellos huidizo, como si la verdad por sí misma se despeñase de toda contención. Los seis relatos que sustentan el libro tienen como eje común la noticia del terremoto sucedido en Kobe en 1995, que se cobró cinco mil vidas.
Esta barbaridad inasumible e imprevista, da pie para distintos fragmentos de vida de los personajes sucesivos. Porque cinco mil vidas con sus sentimientos y proyectos vitales son inabarcables, y en ese anonimato del horror, tan sólo se puede aventurar la descripción de una vida precipitándose, para darse cuenta de la densidad de desolación que cabe en el alma humana.
Otra nota común a los seis relatos es la existencia de la concepción del dolor, como un estado que suma a los personajes en una incertidumbre rayana en la pesadilla, el coma, el olvido, que toman forma en la escena de su abandono en el lecho al final de cada relato. Como bálsamo a sus afanes o como resguardo de crisálida dejando entrever un esperanzador "mañana".