Apenas 160 páginas, apenas un fin de semana, se ha sostenido este tesoro inesperado entre mis manos. Todavía está, como un aguijón, clavado en mi mente.
Parece mentira cómo se resuelve esta obra contemporánea, de forma tan rápida y certera, dando cuenta, por un lado del determinismo de clase propio de la Literatura decimonónica, sobre todo francesa (pero con quinientas páginas menos) ; y, por otra, agotando, hasta las últimas consecuencias, el desenmascaramiento de la hipocresía ajena.