miércoles, 14 de septiembre de 2011

La piel que habito

La piel que habito de Pedro Almodóvar es una película tremendamente curiosa.

   Para los que admiramos el cine de Almodóvar puede parecer, en principio, un tanto decepcionante. Sin embargo, cuando mi inclinación positiva al director es firme, necesito analizar para comprender esta obra.

   La película tiene un guión adaptado a partir de la obra Tarántula de Theirry Jonquet y quizá por ello, adolece de una larga explicación innecesaria.



   Se podrían haber presentado los hechos: cirujano desesperado, familia rota, hija violada, venganza, experimentación...En la síntesis, se habría podido densificar el relato y haber ganado en polisemia y tensión al haber concentrado posibilidades o interpretaciones sin explicarlas.

   Pero no es así. Los personajes son relacionados, toda acción tiene un origen, los efectos, unas causas.El espectador se convierte en pasivo y no puede más que digerir un relato pre-fabricado y nefastamente español: realista, a pesar de pretenderse innovador y con una tendencia a la comedia costumbrista de nuevos tipos sociales emergentes: el cirujano, los jóvenes empastillados, diseñadores y tiendas de ropa de segunda mano...todo lo que Lope de Vega utilizaba para sus comedias de recorta y pega a partir de crónicas, romanceros y anales...

   Pedro Almodóvar parece que recicla escenas de secuestros de cariz sexual a lo Millenium de Larsson, dramas infantiles de periódico como los meninos da rúa de Brasil, la polémica de los transgénicos, cierta publicidad local de Toledo a lo Woody Allen, porque él es manchego, el guión adaptado de una novela... Lo agita y esa súperabundacia de noticias históricas se convierte en un entramado costumbrista de hoy.

   Por otra parte, en un homenaje al cine negro. He recordado en el papel de la criada-madre, la influencia de Psicosis. La propia explicación innecesaria de una historia es como una madre sobreprotectora y castrante. Una madre, origen inevitable de un destino predicho, culpable y absolutamente freudiano. El mismo origen de Caín y Abel o el hijo de la calle y el hijo de la civilización, hijos ambos de la barbarie y con una sexualidad angustiosa y ansiosa. El guiño a la presencia del propio  Hitchcock en sus películas es evidente en la escena de cameo de Agustín Almodóvar acerca de la ropa usada de una mujer que abandona el hogar.

Absolutamente todo, es familiar y realista: la madre-criada de los bastardos hermanos a la tragedia griega, la hija violada y enferma recogida por el padre y la madre que se tira por la ventana me traen la brisa de la trágica Celestina. Los hermanos con madre y sin padre, el joven diseñador con madre y sin padre.El cirujano,personaje al que echo de menos, padre sin madre, ...
 El conflicto entre genética y educación se presenta viejo como el mundo...

   Además, hay toda una parafernalia simbólica que afecta a Almodóvar en su obra: el encierro y prisión (a lo Segismundo de La vida es sueño, es decir, el propio sujeto prisionero de sus circunstancias) y la posibilidad de cambio y evolución (en forma de operaciones quirúrgicas, estados mentales entre la consciencia dramática y la locura o nuevos estados civiles -viudedad, separaciones, retornos-...). En este sentido, ya trabajó en Todo sobre mi madre con hospitales, médicos y transplantes salvadores. El médico cirujano, nuevo demiurgo, que salva vidas, las restaura o las injerta, es aquí un todopoderoso capaz de cambiar la vida de una persona encerrándola en su propio esqueleto. De ahí que el título La piel que habito me remita al título de Cernuda (nueva referencia sexual) Donde habita el olvido...

   El tope ético de la transgénesis como umbral del infierno es subrayado por el animal utilizado, el cerdo, imaginario maldito y animal "envenenado" para diversas religiones, en lo que se configura como el tabú climático de la película.
Quizá hay demasiadas redundancias sexuales:  la necesidad de lubricante para una vagina reciente, los modelos de penes como niveles de aprendizaje, la lujuria devastadora del hermano brasileño "que pasaba por allí", la identidad perdida del "Hola, soy Vicente" con que acaba el relato...

   Esta explicación interminable y realista hasta la saciedad contrasta, por ejemplo, con el final de El secreto de sus  ojos, película sobria, que logra su tensión en una explicación casi mínima de una gran tragedia: cómo la víctima viuda encierra de por vida al violador, asesino de la esposa y cómo el espectador percibe la dimensión trágica de un encierro que aprisiona igualmente al carcelero...

   Soy de la opinión de que no hay que explicarlo todo. O en otras palabras...hay que liberarse de la madre causa.

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