lunes, 21 de febrero de 2022

Lo que representas por Pablo Gómez

   

Hoy no voy a ir a natación, a pesar del diagnóstico de mi artrosis cervical severa. No me voy a poner el gorro de baño en la melena  en la que me he empezado a dejar las canas sueltas.

   Porque recuerdo que, al final del aula, en el pupitre que ocupaban Pablo Gómez y Rodrigo Múñoz les comenté que era feminista y que ya veríamos si lo seguía siendo cuando algún día me atreviera a dejarme el pelo blanco para ver la nieve en la cima. Sería el paisaje que tocase.

   Y ha llegado. Lo que ha sido la educación en estos 25 años que llevo de enseñanza de secundaria en la especialidad de Lengua castellana y Literatura daría para comentar mucho: de déficit y superávit.

   Pero 25 años después de estrenarme en la sierra de Madrid, en mi querido ies Jaime Ferrán de Collado Villalba, recibo el mes pasado, vía whatsapp, un mensaje de Pablo Gómez, alumno de mis primeros años, y que escribió sobre su recuerdo de mí como profe durante el confinamiento de la pandemia. Ninguna noticia en más de una década.

Y cuando no se ha desenmascarado todavía esta maldición, que me sigue sorprendiendo, me lo ha hecho llegar. Ya es padre de dos criaturas, ya ha vivido, revivido y supervivido, ya es un beatus ille en un locus amoenus y, sin embargo, se ha seguido acordando de  quien trabajó para él, como para todos mis alumnos, con toda el alma.

   He hecho llegar el enlace a varios colegas, para hacerles saber, que, a pesar de lo ingrata que se ha vuelto esta profesión en algunos momentos, nos metemos en la vida de muchas personas. A veces, incluso, en sus corazones. Y se acuerdan de nosotros.

   Gracias, querido Pablo, por tu cariño y tu memoria que has dejado sobre la que fui en tu escrito.


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